Todos hemos oído hablar de los problemas del medio ambiente. De cómo, las actividades humanas, especialmente las industriales, están ocasionando el calentamiento global.

Y, aunque la responsabilidad de este problema siempre ha recaído sobre gobiernos e industria; nosotros, como consumidores, podemos tener la última palabra.

No hay que olvidar que tanto la industria, como los gobiernos, deberían estar a nuestro servicio. Al menos ese es el deber ser.

Por el lado de nuestros gobernantes tenemos que, para poder ser elegidos democráticamente, estos deben identificar las demandas de sus electores y en función de ellos crear propuestas.

Tales propuestas se pueden materializar en políticas públicas y proyectos dirigidos a efectuar los cambios necesarios para mitigar el cambio climático.

Lo anterior conlleva a pensar en formas de organización social que permitan exponer el problema como una sola voz.

Un ejemplo de ello sería la conformación de ONG´s cuyo número de miembros sea tan importante, que suponga un potencial electoral de peso.

Por desgracia, este tipo de movilizaciones es difícil de organizar. Más aun cuando el problema del cambio climático sigue viéndose desde una perspectiva tan lejana.

Es decir, como algo cuyos efectos se pueden sortear en el corto plazo. Tal visión le resta interés como problema prioritario para la sociedad.

Como alternativa a esta problemática, está el poder que podemos ejercer sobre la industria como consumidores.

En efecto, los gustos y preferencias de los consumidores siguen siendo determinantes sobre el qué, cómo y cuánto producir en la industria.

De acuerdo a la teoría económica, una disminución del consumo de bienes y servicios traería como consecuencia una caída en los puestos de trabajo. Y con ello una desmejora en el nivel de vida de la sociedad.

Ante esta perspectiva cabría preguntarse como sociedad qué es peor, si tener un estilo de vida más modesto, o enfrentar los estragos del cambio climático.

Por desgracia no es una pregunta fácil de responder, pues muchos son los intereses que se interponen.

La falta de una solución consensuada a una problemática tan compleja, ha traído como consecuencia cierta parálisis en la búsqueda de soluciones.

Es verdad que ahora mismo la industria está creando tecnologías limpias y que existen movimientos sociales en pro consumo más ecológico. Pero por desgracias estas acciones no son suficientes para erradicar el problema.

 

Por tal motivo, nos queda la acción individual que, como individuos podemos iniciar para sumar esfuerzos en solucionar el problema.

La adopción de prácticas ecológicas puede ser un gran comienzo que sume esfuerzos colectivos en la solución del problema.

Ejemplo de tales prácticas son las siguientes:

  • La compra de productos ecológicos o amigables con el medio ambiente, aunque supongan un costo mayor.
  • El uso de paneles solares como fuente de energía, en lugar del uso del suministro eléctrico tradicional.
  • El uso de transporte público, en lugar del coche individual.
  • Evitar el cambio de prendas de vestir solo por imposición de la moda, aunque se encuentren en perfecto estado.
  • La adopción de un estilo de vida más vegano.

Sin duda que, si hacemos esfuerzos individuales en este sentido, podremos llegar a alcanzar el cambio que necesitamos como sociedad para revertir el problema del cambio climático.